14 de noviembre de 2015

Pray for Paris

Ayer a las 6 de la tarde despedí a mi hija Sofía que se iba a pasar el fin de semana a París. Por la noche empecé a ver en la TV, con Blanca, mi mujer, una película española, típica de los años 80, un tanto vomitiva. Decidimos quitarla y zapear a 24h, y nos encontramos con el horror. Por supuesto, llamamos a nuestra hija Sofía (benditos móviles) que estaba en el aeropuerto y por el WA familiar (bendito WA) seguimos paso a paso su camino hasta un hotel barato en Montmartre al que iba con un grupo de amigos. Todo bien, en ningún momento tuvo sensación de peligro, aunque nos contaba la desolación que se veía por París. En un momento dado se cruzó con un grupo de jóvenes magrebíes que, sin un comportamiento físicamente violento iban riendo desenfadadamente y diciendo en francés –mi hija estudió en el Liceo Francés y es, por tanto, bilingüe: “Hoy es la noche de las hogueras”. Hay otros tipos de violencia diferente de la física. Seguro que esos chicos no eran yihadistas. Seguro que eran franceses. Seguro que ellos no pensaban encender ninguna hoguera. Seguro que era un comentario que ellos consideraban frívolo, pero… ¡joder! Estuvimos hasta tarde y hasta que poco a poco ella y todos los demás nos fuimos yendo a dormir. No he dormido muy bien. Le he dado muchas vueltas a las cosas y ahora os quiero transmitir alguna de esas cosas.

Espero que se entienda bien lo que voy a decir: Esto nos va a hacer más fuertes. Poco a poco, nuestra civilización ha ido deslizándose hacia una idea subyacente de que no teníamos nada que defender de nadie. Éramos una civilización más, tanto monta, y ya está. Surgían las ideas del perverso Zapatero sobre la alianza de civilizaciones bajo el mismo rasero. Berlusconi (con el que no me une nada y que desde luego no es santo de mi devoción) dijo hace unos quince años que la civilización occidental era superior a las demás y casi se lo comen. Pues bien, nos estamos dando cuenta de que sí, de que con todos los defectos, y grandes, que tiene nuestra civilización, ES SUPERIOR A LAS DEMÁS y que, precisamente por ello, merece ser defendida. Por supuesto, defendida con lo que la hace superior: con el respeto a la persona, con la libertad, con la igualdad de todos ante la ley, con el Estado de Derecho, etc. Pero, también, cuando sea necesario, con la fuerza usada con justicia. Que esto este calando en el subconsciente de nuestra civilización que se estaba deshilachando, me parece positivo. Parafraseando a Tertuliano y, salvando las distancias –que las hay, y evidentes, pero que no voy a enumerar–, la sangre de los mártires es semilla de civilización.

Efectivamente, en una mirada miope, todas estas cosas, respeto a la persona, con la libertad, con la igualdad de todos ante la ley, con el Estado de Derecho, etc, parecen una debilidad. Pero son nuestra fuerza y con ella debemos defendernos. Y esa paradoja de la aparente debilidad que es firtaleza, está basada en valores cristianos. Valores cristianos que han ido floreciendo muy a menudo a pesar de los cristianos. Pero gracias al fundador del cristianismo: Cristo. Por eso nuestra religión, aunque los cristianos de cualquier signo la hayamos retorcido y hayamos escupido sobre ella, es una religión de paz, de hermandad y de integración. A menudo me escandalizo de lo que hemos hecho, hacemos y probablemente haremos los cristianos o la civilización que de ellos ha nacido. Y esto me crea algún problema de conciencia. Pero cuando esto me pasa, pienso en Cristo y en su mensaje evangélico y me digo: “A pesar de todos los pesares, mi religión es una religión de paz y es en su haber en donde hay que poner los logros, por incompletos que sean todavía, de esta civilización”. Y mi problema de conciencia no desaparece, pero pasa de cuestionarme MI religión a pensar cómo puedo usarla para seguir transformando y mejorado MI civilización.

Nada de esto es cierto en el Islam. El Islam es una religión de muerte, de robo y de terror. Y lo es porque así era y eso predicó su fundador, Mahoma. Mahoma fue sanguinario, pederasta, asesino y ladrón. Y sus textos lo reflejan así. Por eso el Islam es y será siempre violento, salvo que deje de ser Islam. De ninguna manera esto significa que todos los musulmanes sean así. No hay en lo que digo ni una pizca de xenofobia. Sé que hay musulmanes –quiero creer que la mayoría– pacíficos, tolerantes y bondadosos. Muchos de ellos seguro que son mejores que muchos occidentales, cristianos o agnósticos. Pero su religión jamás será capaz de producir una civilización que cree riqueza y que se base en la libertad y la hermandad entre todos los hombres. Porque esos valores no están en su raíz, sino, más bien, los contrarios. Me dan lástima los musulmanes buenos que intentan convencerse –y convencernos– de que el Islam es una religión de paz. ¿Cómo podría yo responder a mi conciencia si fuese musulmán? Tendría que desechar a Mahoma y arrancar muchas páginas del Corán y olvidar los hadices, etc. Pero, entonces, ya no sería musulmán, porque tendría que haber abandonado la esencia de mi religión. Y si dejase de ser musulmán me encontraría frente a una fatua que recomendaría a mis hijos matarme (espero que no hiciesen caso).

Acabo de recibir un WA de Sofía. Está bien, pero me manda un texto que circula por Francia. Me lo manda en francés, pero os lo traduzco:

De un discurso de Al-Adnani, portavoz del estado Islámico, del último mes de Marzo y repetido ayer después de los ataques. Hay en él una referencia a Francia: “Queremos, con la ayuda de Alá, París antes que Roma y antes que Al-Ándalus. Vamos a ennegrecer vuestra existencia y hacer explotar vuestra Casa Blanca, Big Ben y la Torre Eiffel, con la voluntad de Alá”.

No lo conseguirán. Al contrario, están despertando al león anestesiado. La sangre de  mártires involuntarios de ayer –y de los últimos 50 años– está clamando al cielo y el león está despertando.

Ayer, en las redes sociales, el trending topic que salía de ellas era: “Pray for Paris”. El informativo de 24h se hacía eco de ello. Hoy no he sido capaz de encontrarla en el diario “El Mundo” (cierto que no he leído palabra por apalabra). Pero sí, pray for Paris, pray for Europe (como cuna de la civilización), pray for occident, pray for de world. ¡DESPERTEMOS! ¡Dejemos de deshilachar nuestra conciencia y tejamos una red sólida con la convicción de que tenemos algo que enseñarnos a nosotros mismos y al mundo! Y, a Dios rogando y con el mazo dando. Apliquemos los valores que hacen fuerte a nuestra civilización, incluida la fuerza que nace de la justicia.

Hoy creo en MI civilización más que ayer. Hoy creo más que ayer en que MI religión está en la base de MI civilización y que es la que puede salvarla y, con ella, salvar al mundo. No hay otra cosa. No se nos ha dado otro nombre en el cielo y en la tierra que salve, salvo el de Jesucristo.


Un abrazo.

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