20 de septiembre de 2015

Cómo luchar contra la pobreza en el mundo

En la entrada del 2 de Septiembre pasado, en el comentario sobre el libro “¿Por qué fracasan los países?” expresaba mi convencimiento de que la mitigación de la pobreza en el mundo no provendría ni de las necesarias ayudas asistenciales contra las situaciones de emergencia ni de los planes económicos hechos con intereses políticos y cargados de burocracia instigados por organismos internacionales. Afirmaba que sólo la inversión extranjera en los países pobres, y la inversión autóctona derivada de ésta, podían iniciar un círculo virtuoso inclusivo que fuese mitigando esa pobreza. Señalaba que, no obstante, había un serio problema para que la inversión extranjera se movilizase, a saber: la inseguridad jurídica y corrupción propiciada por las minorías dominantes extractivas en su propio beneficio. Expresaba mis dudas –casi mi escepticismo– acerca de qué se pudiese hacer algo efectivo para parar el círculo vicioso e iniciar el virtuoso. Como tengo la necesidad vital de tener algún tipo de mapa de lo que se podría hacer para mejorar las cosas, casi no importa cuáles, no me quedé tranquilo y lo que quiero a continuación es describir una posible hoja de ruta que he imaginado. Sé que no soy más que una voz que clama en el desierto, pero no puedo dejar de preguntarme con Sartre: “¿qué pasaría si el mundo entero leyera lo que he escrito?” Esta hoja de ruta tiene las siguientes características.

1a)     Está iniciada y orientada por la iniciativa privada.
bb)     No pretende cambiar a los tiranos extractivos, sino favorecer a los países que son más transparentes y menos corruptos.
cc)     Pretende orientar la ayuda dando preferencia a los países más pobres.

Se trataría de constituir un fondo que aportase un porcentaje de las inversiones que las empresas privadas quisieran libremente hacer en los países pobres. Este porcentaje no sería siempre el mismo. Sería tanto mayor cuanto más pobre sea el país y cuanto más transparente –o menos corrupto– sea. Habría, por tanto que conjugar estas dos variables para crear un índice combinado de estas dos variables.

Por un lado la pobreza. Creo que un buen indicador de la pobreza es el PIB per cápita ajustado al poder adquisitivo (PPA). En lo que viene a continuación usaré datos de la estimación del FMI para 2015 del PPA de cada país. Hoy día se define como pobreza relativa de los ciudadanos de un país la de aquellos cuyos ingresos no alcanzan el 60% de la mediana de la renta. Si se aplica este mismo criterio al PPA de todos los países del mundo, salen 63 países que pueden considerarse pobres bajo este criterio. Estos van desde Paraguay, el más rico de los pobres, con 5.294$ de PPA, hasta el más pobre, República Democrática del Congo, con 364$ de PPA.  

Por otro lado, está la corrupción. Existe un índice de corrupción percibida elaborado por Transparency International (www.transparency.org), que ordena a todos los países por su limpieza, siendo 100 un país completamente limpio y 0 absolutamente corrupto. Este índice se mueve, en 2014, desde un 92 para Dinamarca hasta un 8 para Somalia.

Seguro que hay índices mejores, pero para el objetivo de estas líneas, éstos están a mano y, a falta de algo que se demuestre como mejor, me parecen bastante adecuados. Por otro lado, hay infinidad de maneras de combinar estos dos índices. Yo he interpolado entre 0 y a 1 los PPA’s de los 63 países y, también entre 0 y 1 el índice de corrupción desde 20, que es una corrupción intolerable, hasta 49, que es el segundo más alto de estos 63 países. Por debajo de 20 hay 8 de esos 63 países, que tendrán un número negativo en esa escala y por encima de 49 está Cabo Verde con 57 que tendrá un índice superior a 1. Posteriormente calculo la diferencia entre el índice de corrupción (recuérdese que cuanto más alto, menos corrupción) y el de pobreza (cuanto más bajo más pobreza). Por tanto, esta combinación prima a los países más pobres y a los menos corruptos. Con esto, el ranking de países quedaría de la siguiente manera:

PAÍS                                                    PPA      Interpolación                  Interp.     Índice
                                                                             PPA                Transp. Transp.    Comb.

Ruanda
1431
0,216
49
1,000
0,784
Lesoto
2073
0,347
49
1,000
0,653
Liberia
490
0,026
37
0,586
0,561
Cabo Verde
4112
0,760
57
1,276
0,516
Senegal
1921
0,316
43
0,793
0,477
Níger
863
0,101
35
0,517
0,416
Benín
1510
0,232
38
0,621
0,388
Burkina Faso
1524
0,235
38
0,621
0,385
Ghana
3313
0,598
48
0,966
0,367
Zambia
1715
0,274
38
0,621
0,347
Malaui
883
0,105
33
0,448
0,343
Etiopía
1135
0,156
33
0,448
0,292
Malí
1174
0,164
32
0,414
0,249
Sierra Leona
1138
0,157
31
0,379
0,222
Mozambique
1150
0,159
31
0,379
0,220
Togo
927
0,114
29
0,310
0,196
Madagascar
949
0,119
28
0,276
0,157
Costa de Marfil
1690
0,269
32
0,414
0,145
Tanzania
1601
0,251
31
0,379
0,128
Nepal
1388
0,208
29
0,310
0,103
República Democrática del Congo
364
0,000
22
0,069
0,069
República Centroafricana
789
0,086
24
0,138
0,052
Comoras
1252
0,180
26
0,207
0,027
Guinea
1120
0,153
25
0,172
0,019
Uganda
1341
0,198
26
0,207
0,009
Zimbabue
516
0,031
21
0,034
0,004
Gambia
1884
0,308
29
0,310
0,002
Yibuti
2735
0,481
34
0,483
0,002
Mauritania
2269
0,386
30
0,345
-0,042
Burundi
640
0,056
20
0
-0,056
India
3944
0,726
38
0,621
-0,105
Bangladesh
1790
0,289
25
0,172
-0,117
Kenia
1808
0,293
25
0,172
-0,120
Moldavia
3540
0,644
35
0,517
-0,127
Eritrea
777
0,084
18
-0,069
-0,153
Camerún
2322
0,397
27
0,241
-0,156
Filipinas
4214
0,781
38
0,621
-0,160
Myanmar (Birmania)
1394
0,209
21
0,034
-0,174
Kirguistán
2498
0,433
27
0,241
-0,191
Pakistán
2860
0,506
29
0,310
-0,196
Suazilandia
5248
0,991
43
0,793
-0,198
Guinea Bisáu
1184
0,166
19
-0,034
-0,201
Haití
1328
0,196
19
-0,034
-0,230
Nigeria
2722
0,478
27
0,241
-0,237
Chad
1970
0,326
22
0,069
-0,257
Tajikistán
2173
0,367
23
0,103
-0,263
Vietnam
3550
0,646
31
0,379
-0,267
Papúa Nueva Guinea
2694
0,473
25
0,172
-0,300
Nicaragua
3325
0,601
28
0,276
-0,325
Laos
2866
0,508
25
0,172
-0,335
Marruecos
5252
0,991
39
0,655
-0,336
Camboya
2361
0,405
21
0,034
-0,371
Afganistán
1008
0,131
12
-0,276
-0,406
Yemen
2249
0,382
19
-0,034
-0,417
Bolivia
4996
0,940
35
0,517
-0,422
Indonesia
4944
0,929
34
0,483
-0,446
Honduras
4461
0,831
29
0,310
-0,521
Guatemala
5165
0,974
32
0,414
-0,560
Uzbekistán
3536
0,643
18
-0,069
-0,712
Sudán (Norte y Sur)
2496
0,432
11
-0,310
-0,743
República del Congo
4657
0,871
23
0,103
-0,767
Irak
4272
0,793
18
-0,069
-0,862
Paraguay
5294
1,000
24
0,138
-0,862

Si tomamos los 20 países (señalados en verde) con un índice combinado más alto estimo que podemos hacernos una idea de qué países pueden ser objetivo de la ayuda propuesta[1]. Puede verse que, salvo Nepal, los otros 19 son del África subsahariana.

La selección de los países beneficiarios debería hacerse con una periodicidad trianual o quinquenal, ya que, por un lado, las variables de selección no cambian rápidamente y, por otro, parece aconsejable que, para que la inversión surta efecto en los países beneficiarios, debe haber una cierta continuidad.

El porcentaje de la inversión empresarial que aportaría el fondo debería ser mayor en los países situados más arriba en la lista. Así, si para una inversión empresarial en Ruanda, el porcentaje fuera de, digamos, el 30%, en Tanzania podría ser de, por ejemplo, el 10%. Esto incentivaría más la inversión empresarial en el primero que en el segundo, pero es importante ver que la fijación de la cuantía de la inversión lo hacen las empresas inversoras, no ningún organismo político que, por otro lado, tampoco decide qué empresas inversoras o qué inversiones deberían primarse, evitando de esta manera las “puertas giratorias”, generadoras de corrupción. Lo único que hace el fondo es incentivar más o menos la inversión en unos países u otros, pero sin mayor intervención. La única condición sería que la inversión realmente se llevase a cabo.

¿De dónde podría salir el dinero de ese fondo? Básicamente de una parte del Impuesto de Sociedades e IRPF de los países de la Unión Europea, EEUU, Canadá, Australia, Suiza y Nueva Zelanda de aquellas empresas y ciudadanos que lo marcasen voluntariamente en su impuesto. Sería un interesante ejercicio de subsidiariedad fiscal. Estos países, en su conjunto, tienen un PIB (2013) de 38 Billones Europeos (Millones de millones) de $. Si tan sólo se consiguiese para el fondo un 0,5% de ese PIB, la cantidad anual de dotación sería de 190.000 millones de $. Si suponemos que el porcentaje promedio de la aportación del fondo a las inversiones es del 20%, esto significaría que las inversiones en esos 20 países elegidos ascenderían a 950.000 millones de $. Si aceptamos que la mitad de esas inversiones se producirían incluso sin esa ayuda, el aumento neto de la inversión sería de 425.000 millones de $, lo que supone casi 1,5 veces el PIB de los 20 países seleccionados, que asciende, en total, a 302.000 millones de $. En España, la inversión directa extranjera es más o menos la mitad del PIB. Es decir, el sistema aportaría mucha más inversión de la necesaria para promover el desarrollo económico de los países seleccionados. Estos números orientativos hechos a vuelapluma sólo quieren dar a entender que con una pequeña parte del PIB de los países ricos citados, se obtendría una cantidad inmensa para inversiones en los 20 países seleccionados. Creo que sería un “sacrificio” altamente “rentable” tanto a nivel humanitario o como inversión de futuro, ya que no me cabe duda de que los países ricos y civilizados del mundo se juegan su futuro en ser capaces de acabar con la miseria en el resto del mundo.

Por supuesto, este fondo debería ser administrado con una rectitud y transparencia ejemplares. ¿Quién podría hacerlo? Yo propondría un Consejo formado por dos tipos de personas. Por un lado altos funcionarios de los 11 países del mundo con una menor corrupción, aquellos que tienen un índice superior a 80, que son:

Dinamarca
92
Nueva Zelanda
91
Finlandia
89
Suecia
87
Noruega
86
Suiza
86
Singapur
84
Holanda
83
Luxemburgo
82
Canadá
81
Australia
80

Por otro lado, directivos de las 11 empresas cotizadas en los índices selectivos de las bolsas de los países que aportan el dinero del fondo que tuvieran las más altas calificaciones en algún índice de transparencia y buen gobierno corporativo.

El papel de este Consejo gestor no sería decidir en qué países o en qué cantidades o en qué empresas invertir, ya que esto vendría dado por la selección de países hecha y por el afán inversor privado en esos países por parte de empresas extranjeras. Si el dinero del fondo no alcanzase para todas las inversiones deseadas, el sistema de racionamiento sería bajar el porcentaje aportado por el fondo a las mismas hasta que la demanda de fondos igualase a la oferta. El papel del Consejo sería, exclusivamente, cerciorarse, con transparencia y limpieza, del buen fin de los fondos otorgados.

Estoy convencido de que un sistema que funcionase sobre estas bases surtiría un efecto inmensamente mayor que cualquier plan de ayuda al desarrollo elaborado por entidades públicas internacionales con intereses políticos, absolutamente lastrados por la burocracia y administrados por gobiernos autóctonos corruptos. Además, un plan así podría ser un incentivo para que los habitantes de países que no fuesen beneficiarios del plan presionasen a sus gobiernos corruptos hacia una mayor transparencia, precisamente para hacerse acreedores a entrar en el grupo de países beneficiarios.

Como he dicho más arriba, el futuro de los países ricos y civilizados pasa por crear desarrollo en los países pobres. Si no se hace así, la presión migratoria de la huída de la pobreza en estos países hará palidecer, en un futuro no muy lejano, a la que estamos viviendo estos meses por la guerra en Siria. Nos va en ello la supervivencia como civilización. Cuanto antes se empiece, mejor.

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Muchos de los post que hago en este blog los mando antes a algunos amigos. Uno de ellos, tras leer lo anterior me ha hacho los siguientes comentarios:

Hola Tomás:
 
Este "ejercicio-propuesta" que nos envías me parece, primero, que demuestra tu sensibilidad real (aportas ideas para mitigarlo) por la pobreza en el mundo y, segundo, que tiene una cierta lógica para que los países "se hagan merecedores" de las eventuales ayudas al desarrollo, inversiones, transformación, etc. Habiendo estructurado -con tus criterios elegidos- una lógica en la instrumentación y dirección de las ayudas... (a mi no me parecen mal en principio estos criterios), las dificultades que puedo encontrar son las siguientes:
 
1. Como no puede ser de otra forma... LA POLÍTICA. Todos los países tienen diferentes intereses económicos -o de lo que sea- en ciertos países, bien por tratados, bien por tradición, bien... Eso quiere decir, que seguramente no estarán de acuerdo en muchos casos con la elección y el manejo de los fondos de los 11 países que eligen a quién va dirigido. Por otra parte, éstos si bien parece que son los menos corruptos entre los desarrollados, no tienen por qué tener esa "sensibilidad humanitaria" que les haga gestionar todo este tema adecuadamente. Sin ir más lejos seguramente a España su corazón le tiraría más a los países hispanoamericanos que no africanos (los franceses...)
 
2. Los países más pobres y más corruptos. ¿Los dejamos de la mano de Dios porque sus gobiernos explotan al pueblo, son corruptos y por ello no se "hacen merecedores" de esta posible iniciativa? Joooo, qué injusticia -a bote pronto- ¿no?
 
3. Es verdad que al menos tu ejercicio-propuesta AYUDA a mitigar la pobreza en el mundo y no pretende  resolverla, y cualquier cosa es mejor que nada; pero particularmente me quedo con mal sabor de boca (en el buen sentido...). ¿No has pensado una posible propuesta/idea para este grupo, que seguramente es el más desgraciado, a fin de que no se quedara sin esperanzas de futuro?
 
Porque yo pienso que la comunidad internacional tendría que intervenir más en el mundo (aunque sea ejerciendo cierta fuerza...), para resolver este y otros problemas a fin de poder acabar con la violencia, el desprecio por los derechos humanos, las guerras y este tremendo drama que estamos viviendo con los refugiados. Por cierto, hay ya respuestas de parte de la Iglesia, especialmente de un Obispo de Hungría y otro de Afganistán, al Papa diciendo que bueno... hay que acoger a los refugiados pero que esto es una "invasión" filo-islamista y que de forma indiscriminada esto es una bomba de relojería... (y estoy bastante de acuerdo por las noticias que cada vez tenemos más del tipo de gente que entra y la actitud con la que entra...).
 
Un abrazo y perdona si en algún momento he sido osado al expresarte mi opinión (que al margen de mis comentarios, tu idea me encanta como iniciativa...!!)


Y le he contestado:

Querido Juan:

Muchas gracias por tus interesantes y pertinentes comentarios. Comento tus dificultades:

1. Precisamente el sistema pretende dejar fuera la política. Por supuesto que los países que no estén en la lista pueden no estar de acuerdo. Pero como los políticos no intervienen en esta asignación, no les queda más remedio que aguantarse. O, mejor, poner en sus agendas políticas medidas para mejorar su transparencia, lo que sería enormemente positivo para ellos en cualquier caso.  Respecto a los 11 países no manejan la cantidad de fondos destinada a cada uno de los países elegidos. No hacen sino complementar (y por ello hacer más atractivas mejorando su TIR) las inversiones que LIBREMENTE quieran hacer las empresas privadas que decidan invertir. Ni un ápice de decisión política. Por eso por más que los intereses de uno de los 11 le tirasen hacia un país, nada podría hacer más allá de lo que la iniciativa privada quiera invertir en él. Pero es que, además, ocurre que entre los 11 no hay ningún país colonialista, salvo Holanda.

2. Dios no los dejará de su mano, pero este sistema sí. Siempre habrá ONG's (yo colaboro con una en Somalia, otra en Etiopía y otra en el Congo) que ayuden en las necesidades asistenciales de sus pueblos. Y no es ni injusticia ni falta de caridad que este sistema, cuyo objetivo es coadyuvar a crear riqueza no les apoye. Poner dinero con este fin en países como Somalia o Sudán es tirarlo a la basura y hacer eso es faltar a la caridad y a la justicia con países, tal vez menos pobres, pero que sabrían hacer mejor que ese dinero generase riqueza. Edith Stein dijo algo así como, "no aceptéis por verdad aquello que no tiene amor, pero no aceptéis por amor aquello que no tiene verdad". Detrás de esta propuesta hay amor y verdad, lo de pooooobres, démosles dinero para que lo tiren a la basura es, creo, contraproducente. Insisto, otra cosa es el asunto asistencial, en el que, procurando que la ayuda sea directa, se salven en la medida que se pueda situaciones desesperadas.

3. Pretender SOLUCIONAR la pobreza en el mundo es un imposible. Por eso lo que pretendo es mitigarla. Pero eso no quiere decir que los países que al principio no estén no tengan esperanza. Primero, porque si los otros países mitigan su pobreza, algún contagio tendrá sobre ellos, segundo porque pueden poner su esperanza en ellos mismos (hablo de la esperanza humana, la teologal va por otros caminos y esa es como el diamante) en presionar a sus dirigentes para que sean menos corruptos y así, acabar estando en la lista. Los que más lo pueden hacer son ellos. Y tercero, porque es la que menos me gusta, que si otros países mitigan su pobreza, ellos mismos ganarán puestos en el ranking y un día estarán en él.

Lo de la intervención es un tema espinoso. Hablemos primero de la intervención militar. Por supuesto, creo que hay justificación moral para intervenir en Siria/Irak, pero hay que considerar que, con autoridad moral o sin ella, muchas veces la intervención empeora la situación. Para que no sea así hay que tener un plan a largo plazo, del que luego hablaré. Segunda, intervenir eficazmente significa enviar a la fiel infantería. Y, ¿qué país de Europa está dispuesto a mandar a sus jóvenes allí? ¿Y qué jóvenes estarían dispuestos a ir? ¿Y qué padres dispuestos a que fuesen sus hijos? Creo que ninguno. Hablar de intervención militar sin estar dispuesto a que vayan tus hijos (yo no lo estoy) es hablar por hablar. Además, un plan a largo plazo es imposible. Tan pronto como todo el tema de la avalancha de inmigrantes deje de ser noticia, los medios de comunicación y muchos de los que ahora piden intervención pedirán que vuelva todo el mundo. ¿Seríamos capaces (¿sería siquiera bueno?) estar allí 40 años? Si hablamos de la intervención por presión política y económica, podría estar de acuerdo, pero aquí si que entra la política de lleno y desconfío profundamente de ella. Y la presión económica suele afectar más a los pueblos que a sus dirigentes. La única intervención económica sería hacer que las fortunas de los corruptos fuesen inútiles por estar sitiadas y congeladas. Eso es enormemente difícil, pero se está intentando.

Gracias otra vez por tus aportaciones, Juan y un fuerte abrazo.

Tomás


[1] Por supuesto, no hay ninguna razón para que la lista sea de 20, podrían ser más o menos países. En rojo aparecen los países cuya corrupción es inferior a 20, es decir están en el área de la corrupción intolerable. Ninguno de ellos está entre los 20 primeros. El primero de ellos es Eritrea que ocupa el puesto 35. Esto me hace sentir cómodo.

2 comentarios:

  1. esto me recuerda algo que te comente creo que hace poco... la solución está en compartir, el milagro de la multiplicación de los panes en el fondo habla de ello, y tu propuesta, sinceramente, propone un esquema bastante razonable para llevarlo a cabo. Que lúcido eres! ojalá te hicieran caso los que toman decisiones en esferas de ese nivel...

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  2. Gracias Javier. Totalmente de acuerdo en lo de compartir.

    Un abrazo.

    Tomás

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